lunes, 24 de septiembre de 2012

Yo, el Oso de Philip Waechter


Un pequeño álbum, filosófico y poético que nos cuenta una historia sencilla a través de la presentación que hace se sí mismo el entrañable protagonista, un oso ingenuo y optimista.
Desde el momento inicial en que estás frente a la portada del libro te contagias de cierta felicidad, observas el oso que te mira con los brazos cruzados, una oreja ligeramente inclinada y una tímida sonrisa. Este personaje ya antes de empezar a hablar te transmite optimismo y simpatía, pero estas sensaciones se mantienen a lo largo de toda la lectura.  Me encanta el perfil del Oso marcado por la curva de la alegría ante la vida, una felicidad coronada por una negra, redonda y brillante nariz.
Es un oso para regalar a amigos, familiares y niños con o sin motivos, nada de libros de autoayuda, me quedo con este oso que piensa que la vida es maravillosa. Él tiene un corazón bondadoso, lleno de generosidad. Ama las pequeñas cosas de la vida, pero también las grandes, y está dispuesto a divertirse hasta con el juego más sencillo. Aunque sabe que es muy especial, hay días en que se siente solo y triste.
Para ser verdaderamente feliz él necesita a un amigo a quien pueda decirle: “¡Qué bonito es que estés aquí!”.

A partir de este libro se pueden hacer diferentes lecturas, y es la excusa perfecta para dialogar en el aula sobre emociones, buscar y explorar cosas de uno mismo que nunca nos paramos a pensar, hacer un autorretrato, identificarse con algunas situaciones o reírse con los choques o enfrentamientos intencionados que el autor crea entre ilustración y texto.
El oso de Philip Waechter nos trasmite con unas magnificas ilustraciones, coloristas y redondas, su deliciosa y optimista visión de la vida y de sí mismo. Ideal para nuestros días grises y para disolver nubarrones.
Aquí os dejo unos enlaces del álbum encontrados en la red: álbum por dentro y contado                  animación del álbum

lunes, 17 de septiembre de 2012

NUBLADO CON PROBABILIDADES DE ALBÓNDIGAS



Nublado con probabilidades de albóndigas. Judi Barret y Ron Barret. Ed. Corimbo.

Nublado con probabilidades de albóndigas empieza con un desayuno familiar cotidiano: el abuelo prepara tortitas mientras a la mesa se hacen apuestas de cuántas se van a comer. Hasta que una sale disparada y aterriza en la cara de Henry. Hecho que propicia que el abuelo recuerde la historia de Tragaycome: una localidad como cualquier otra, con sus casas, parques, colegios, jardines y gente.  Pero con una peculiaridad en cuanto a los hábitos alimenticios de sus habitantes. Y es que en Tragaycome no hay ultramarinos ni tiendas de comestibles. Este hecho tiene una explicación fuera de lo común, en Tragaycome la comida cae del cielo.
El tiempo en el pueblecito es de lo más extraordinario. Cambia tres veces al día, durante el desayuno, la comida y la cena. Sus habitantes sólo tienen que salir armados con platos y cubiertos a la calle, y esperar que llueva zumo de naranja, nieve puré de patatas y guisantes o el viento arrastre nubes de hamburguesas.

Así, la vida transcurre plácida y deliciosa en el municipio. Los vecinos pueden incluso enterarse de qué menú van a comer cada día cambiando de canal: el parte metereológico avisa si va a estar nublado con probabilidades de albóndigas, o si mañana para desayunar, el menú incluirá tortitas.
Pero desgraciadamente el clima comienza a empeorar, y un día del cielo caen tortitas gigantes que bloquean el paso a la escuela, otro se producen acumulaciones de treinta centímetros de sándwiches de queso con crema de mermelada, e incluso se producen también huracanes de sal y pimienta acompañados de un tornado de tomate. En fin, todo un apocalipsis atmosférico- alimenticio que lleva a sus habitantes a lanzarse a la mar, a bordo de embarcaciones hechas con trozos de pan de molde y velas de tranchete en busca de una nueva tierra.

 “Nublado con probabilidades de albóndigas”, es un clásico estadounidense del año 1978 reeditado recientemente por Corimbo, y escrito e ilustrado por Judi y Ron Barret. En este álbum tanto la historia como las ilustraciones son sorprendentes y recuerdan un poco al formato del tebeo o de las primeras tiras cómicas. Las ilustraciones desternillantes y  muy detallistas presentan una gama cromática limitada con predominio de los tonos ocre, todo parece estar impregnado de mostaza, en ocasiones de rojo Ketchup. Pero además, las ilustraciones siguen un proceso circular: las ilustraciones iniciales son grises hechas a lápiz (reflejan el mundo real, la habitación donde el abuelo cuenta a sus nietos una historia antes de dormir) y en la tercera página se introduce el color con la puesta de sol sobre Tragaycome (recurso que nos introduce en el cuento, en el mundo irreal, dominado por toda clase de comida cayendo del cielo), finalmente en las dos últimas páginas se produce la vuelta a la habitación de los niños, desaparece el color y se cierra la historia.
Me parece un álbum que puede dar mucho juego, lanzando preguntas que generen repuestas múltiples, creativas e insólitas: ¿qué pasaría sí un día de repente cambiase la climatología que conocemos y del cielo cayesen albóndigas, chuletas de cordero, o puré de patatas?... ¿qué pasaría si del cielo lloviesen…?

martes, 4 de septiembre de 2012

OTTO


OTTO. Autobiografía de un osito de peluche. Tomi Ungerer. Ediciones B.

Esta es una de las historias que considero imprescindible, como casi todo lo escrito por Tomi Ungerer, un autor e ilustrador mítico del que ya he hecho alguna otra reseña. Ungerer creó personajes e historias únicas y entrañables como Crictor la boa, el buitre Orlando, el pulpo Emile, la encantadora familia porcina Melops y por supuesto Otto, este Oso de peluche.


Otto es un osito de peluche que nos cuenta en primera persona su historia. Una historia que te encoge el corazón y que te hacer leer con cierto desasosiego e incertidumbre un relato ambientado en la segunda guerra mundial y en la persecución judía. Pero sobretodo es la narración de la vida desde una mirada infantil a través del muñeco. Como en otras de sus obras, Ungerer va más allá de lo que estamos acostumbrados a ver en la mayoría de libros para niños y se atreve a abordar magistralmente temas peliagudos y a denunciar o sacar a la luz ciertas "miserias" e injusticias que se esconden a la infancia, pero además con ilustraciones impactantes y con el color justo.




Una entrañable historia de amistad infantil a tres bandas: Otto el osito de peluche, su propietario David de origen judío y Oscar de origen alemán. Una relación truncada por la guerra y simbolizada en el juguete abandonado en medio del campo de batalla.



Durante la lectura nos identificamos totalmente con Otto cuando es abandonado en el campo de batalla. Aquí las ilustraciones muestran de manera austera, y con simplicidad cromática (negros, verdes oscuros y grises) la crueldad de la muerte, el gris del humo. Es justo la ilustración central del álbum, la única ilustración a doble página, la que nos narra el horror de la guerra. En esta ilustración Ungerer  parece pretender que el peso de la mirada del lector caiga hacia abajo, y vemos entonces una mancha azul, el carrito de paseo de un bebé…

Pero la historia continúa y Otto se convierte en héroe al salvar la vida de un soldado aliado afroamericano, amortiguando un disparo de bala. El soldado se lo lleva consigo a Estados Unidos y allí de nuevo vuelve a experimentar la crueldad y el abandono  cuando unos niños le golpean y cae en la basura. Finalmente es rescatado por una vieja mendiga que lo lleva a una tienda de antigüedades.  Allí pasará algunos años hasta que ocurre el feliz reencuentro de los tres amigos que podrán compartir sus vidas.  Un final redondo y delicioso que me ha hecho suspirar hondo y sonreír después de haberme emocionado una y otra vez en sucesivas lecturas. Un final que reza así: “Por fin la vida era como debía ser: pacífica y normal”.