lunes, 17 de septiembre de 2012

NUBLADO CON PROBABILIDADES DE ALBÓNDIGAS



Nublado con probabilidades de albóndigas. Judi Barret y Ron Barret. Ed. Corimbo.

Nublado con probabilidades de albóndigas empieza con un desayuno familiar cotidiano: el abuelo prepara tortitas mientras a la mesa se hacen apuestas de cuántas se van a comer. Hasta que una sale disparada y aterriza en la cara de Henry. Hecho que propicia que el abuelo recuerde la historia de Tragaycome: una localidad como cualquier otra, con sus casas, parques, colegios, jardines y gente.  Pero con una peculiaridad en cuanto a los hábitos alimenticios de sus habitantes. Y es que en Tragaycome no hay ultramarinos ni tiendas de comestibles. Este hecho tiene una explicación fuera de lo común, en Tragaycome la comida cae del cielo.
El tiempo en el pueblecito es de lo más extraordinario. Cambia tres veces al día, durante el desayuno, la comida y la cena. Sus habitantes sólo tienen que salir armados con platos y cubiertos a la calle, y esperar que llueva zumo de naranja, nieve puré de patatas y guisantes o el viento arrastre nubes de hamburguesas.

Así, la vida transcurre plácida y deliciosa en el municipio. Los vecinos pueden incluso enterarse de qué menú van a comer cada día cambiando de canal: el parte metereológico avisa si va a estar nublado con probabilidades de albóndigas, o si mañana para desayunar, el menú incluirá tortitas.
Pero desgraciadamente el clima comienza a empeorar, y un día del cielo caen tortitas gigantes que bloquean el paso a la escuela, otro se producen acumulaciones de treinta centímetros de sándwiches de queso con crema de mermelada, e incluso se producen también huracanes de sal y pimienta acompañados de un tornado de tomate. En fin, todo un apocalipsis atmosférico- alimenticio que lleva a sus habitantes a lanzarse a la mar, a bordo de embarcaciones hechas con trozos de pan de molde y velas de tranchete en busca de una nueva tierra.

 “Nublado con probabilidades de albóndigas”, es un clásico estadounidense del año 1978 reeditado recientemente por Corimbo, y escrito e ilustrado por Judi y Ron Barret. En este álbum tanto la historia como las ilustraciones son sorprendentes y recuerdan un poco al formato del tebeo o de las primeras tiras cómicas. Las ilustraciones desternillantes y  muy detallistas presentan una gama cromática limitada con predominio de los tonos ocre, todo parece estar impregnado de mostaza, en ocasiones de rojo Ketchup. Pero además, las ilustraciones siguen un proceso circular: las ilustraciones iniciales son grises hechas a lápiz (reflejan el mundo real, la habitación donde el abuelo cuenta a sus nietos una historia antes de dormir) y en la tercera página se introduce el color con la puesta de sol sobre Tragaycome (recurso que nos introduce en el cuento, en el mundo irreal, dominado por toda clase de comida cayendo del cielo), finalmente en las dos últimas páginas se produce la vuelta a la habitación de los niños, desaparece el color y se cierra la historia.
Me parece un álbum que puede dar mucho juego, lanzando preguntas que generen repuestas múltiples, creativas e insólitas: ¿qué pasaría sí un día de repente cambiase la climatología que conocemos y del cielo cayesen albóndigas, chuletas de cordero, o puré de patatas?... ¿qué pasaría si del cielo lloviesen…?

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